Ayer cumplí 25 años. Todos me preguntan que tal lo llevo y me siento un poco «culpable» por no tener nada interesante que contestarles, lo llevo igual que siempre, si acaso con un poco más de sueño porque salimos a cenar para celebrarlo.
Parece que es un número clave, una de esas fechas en las que te tienes que sentar a meditar sobre tu vida y en que medida difiere de lo que tenías planeado para ti. Vamos, una ocasión perfecta para castigarse el hígado y sentirse una fracasada sin trabajo, ni hijos, ni proyectos reales de futuro. Pero yo no necesito un día espacial para hacerlo, yo soy de las que piensan demasiado, soy una persona «hiperreflexiva», y eso se paga cuando llegan estos días y te encuentras sin tareas pendientes al respecto.
Os ofrezco un consejo: cuando sintáis la tentación de pensar en vuestra vida y deprimiros echad un vistazo al calendario, calculad cuanto queda para que llegue el día D y conteneos hasta entonces. Parece una tontería pero al menos conseguiréis rebajar la cuota de días tristes al cabo del año. Si por el contrario sois de los privilegiados que habéis conseguido cumplir vuestros objetivos y tenéis la vida que siempre deseasteis, ¡enhorabuena! y espero que compartáis vuestro secreto conmigo.
Sonreíd intensamente.

Aquí comienza mi primera experiencia blog, como un ejercicio de clase que no se dónde me llevará. Conociéndome, es probable que no escriba regularmente por inconstancia y porque soy de las que prefiere callar si no tiene nada interesante que decir. Nos veremos de nuevo cuando las ideas asalten mi mente. Dormid bien.